Ella es Doris

 

Dirección de escena Alfonso Cárcamo
Gerencia de producción Adriana Morales
Con Anabel Ferreira y Naomy Romo
Colectivo Escénico Seres Comunes/LAB 13

[Fragmento]

Doris_ (A público) Les voy a decir que es actuar. La actuación es una religión como pocas, no hay perdón para los errores, ni segundas oportunidades, no hay un cielo donde se te juzgue, ni una energía superior que determine tu destino. La actuación es un instante que se trabaja con sangre, sudor y lágrimas. Pero se nace para ello, no hay coincidencias, no hay “es que quiero estudiar actuación porque me parece interesante, me llaman la atención los reflectores, ji, ji, ji”, no, se nace con la maldición, se crece con la desgracia, se vive y se muere en la actuación.

La actuación es estar ahí en el escenario o estar muerto.

Por eso hace tres años cuando intenté estrangular al protagonista en “Hemorragia de Pasión” en el preciso instante de la escena cumbre donde él se negaba a amarme, no me dolió que me corrieran y me quitaran mi exclusividad, no me dolió que la escena no quedará y cambiaran el final de la novela por otro en el cual mi personaje era secuestrado por extraterrestres y a nadie le importó, no, nada de eso me dolió, me dolió el desarraigo, la extirpación súbita de mi construcción de antecedentes inmediatos, mediatos y remotos, el rapaz acto de despojarme de mis escenas trágicas, de mis ropas prototípicas, de mis gestos maniaticos, eso fue lo que me dolió; no me hizo mella que no me dejaran entrar a los estudios, no, ni que un guardia cualquiera me diera trato de extra y me entregara a las autoridades correspondientes después de escribir con sangre mi último parlamento en el parabrisas de la camioneta blindada del vicepresidente de producción, no nada de eso me movió el sentimiento patético, no, soy actriz y mis sentimientos están más allá de las circunstacias dadas.

Nadie puede detener el torrente emotivo de una verdadera actriz. Nadie.

¿Me corrieron de la Empresa? Sí, pero quedé viva y sintiendo. ¿Me abandonaron Fernando, Humberto, Rubén, Jeremías, Ignacio y sesenta por ciento de los hombres inscritos en el padrón electoral? Sí, pero quedé viva y sintiendo. ¿Me cerraron las puertas de cuanta productora de cine, radio, televisión, teatro y hasta video homes existían en México? Sí, pero quedé viva y sintiendo.

¿Podía, entonces, detenerme una fractura de cráneo, tres costillas, tibia y perone producto del accidente vehicular? ¿Podía, entonces, detenerme una cadera dislocada y los severos daños al pancreas, higado y pulmón derecho producto de una vida entregada a la pasión? No. Nada podía detenerme.

Así que para las cinco de la mañana de ese día en el hospital tenía perfectamente memorizados todos mis parlamentos y mientras me trasladaban en ambulancia al set ya había estructurado un perfil de personaje tan perfecto que cuando terminamos de rodar la película -seis semanas después- el escritor se hincó frente a mí y glorificó mis modificaciones al texto.

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MILENIO
Hugo Hernández
20/06/2014 01:08 AM


Ubiqué a Alfonso Cárcamo cuando realizó la divertidísima adaptación de la obra Toc Toc para la exitosa puesta en escena que se presentó durante varios años aquí en el DF; y digo que lo ubiqué, porque al repasar su currículum caigo en cuenta que ya había visto y aplaudido trabajos suyos.
Recuerdo, por ejemplo, su brillantísima adaptación de Tito Andrónico, que se presentó hace poco más de una década en el Festival Cervantino; su trabajo como guionista de la serie televisiva Gregoria la cucaracha; su alucinante montaje de ¡Cheka tu mail!, y recientemente su trabajo en la obra El crédito, con Héctor Suárez (padre e hijo).
Alfonso es un hombre de teatro, como lo demuestra permanentemente con LAB Trece, sorprendente y singular espacio en el Centro de la ciudad donde se estrenó Ella es Doris, que hoy hace temporada en otro espacio igualmente entrañable, ubicado en la Condesa: el Café 22.
Escrita y dirigida por el mismo Cárcamo, Ella es Doris cuenta “la vida de una diva en decadencia pero diva aún”, como bien lo aclara la publicidad, en la que cada uno de los elementos que la integran son perfectos.
Se trata de un texto inteligente, agudo, estupendamente armado, con una estructura muy interesante, que va desgranando la vida de esta actriz venida a menos, en la que, además, se hace una tangencial pero nada sutil crítica a los medios de comunicación y al star system imperante en nuestro país (especialmente en las grandes televisoras).
A esto hay que sumar la dirección de escena cuidadosa, detallada, creativa, pletórica de ingenio del mismo Cárcamo, quien de verdad es uno de los grandes en este terreno.
Ahora bien, todo esto no serviría, si no hubiera en el escenario dos estupendas actrices. Antes que nada hay que mencionar a Anabel Ferreira, quien está soberbia como Doris, bordando realmente el personaje al que dota brillantemente bien de los muchos y variados matices que le demanda.
Junto a ella triunfa también Naomy Romo, quien da vida a todos los otros personajes que forman parte de la anécdota y con sus múltiples recursos ella los hace únicos.
Bravo para cada uno de los integrantes del equipo de Ella es Doris, un trabajo de verdad estupendo que hay que ver, y que permite disfrutar nuevamente del Café 22, los miércoles a las 20:30 horas.


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