Carpo y Lanx

Texto y dirección de escena de Alfonso Cárcamo. 
Con Fidel Monroy, Alicia Martínez y Miguel Ángel Barrera.
Colectivo Escénico Seres Comunes. 
Casa Vecina Espacio Cultural, CDMX, 2008.

[Fragmento]

Psicólogo_ ¿Algo más?

 

Lanx_ ¿Si le digo que no fue una reacción sino un impulso, su interpretación puede a cambiar?

 

Psicólogo_ No, señor, ya está lleno el informe.

 

Lanx_ Mire…, yo tuve un sueño.

 

Psicólogo_ (PONIÉNDOSE DE PÍE) No tiene que contarlo, señor, ya terminamos.

 

Lanx_ (SIN ATENDER AL PSICÓLOGO) Alguien me miraba, no…, no era hombre y tampoco mujer…, solo era la mirada… ¿Le ha pasado que un día se levanta de la cama, recién acabadito de despertar y no está seguro del día que vive, no está seguro, siquiera, de que está vivo pero en los resabios del sueño algo le dice, algo sabe, le da la confianza de que no será en este día que habrá de morir? ¿Y, entonces, se desespera y pasa el día queriendo encontrar una razón para llegar a la cama a dormir y le sucede que no la encuentra y llega a la cama y no tiene ánimo de dormir, los ojos no quieren cerrarse porque saben que apenas y se cierren, cuando llegue el sueño, cuando se pierda en si mismo, ahí, en ese lugar que no recuerda, que no conoce y nunca terminará de reconocer, ahí, ahí…, ahí está la razón de vivir el siguiente día? ¿Le ha pasado que trabaja, que hace todo lo que tiene que hacer, que lo hace bien, que inclusive alguno de tantos compañeros lo felicita por equis cosa que le salió mejor que a nadie, que llega la hora de la comida y se regala un buen platillo, que quisiera disfrutarlo como imaginó, que llega la cuenta y sabe que no quisiera pagarla por insuficiente, que  llega a la casa y se mete a la tina a bañarse, que cree que podrá relajarse con ese baño, que pasan las horas y los minutos y nada cambia, que llega a la cama y vuelve a no querer cerrar los ojos por lo que ya sabe que va a encontrar? Yo encontré esa mirada, yo hice las cosas bien a partir de ese día. Mi padre se había muerto y yo le debía hacer las cosas bien. El sueño dejó de aparecer. Yo podía llegar a la cama y meterme debajo de las cobijas, tomar un libro y dormir y al día siguiente levantarme con el píe derecho, siempre con el píe derecho, no importaba que tan mal me sentía, siempre con el píe derecho; me podía levantar y seguir el día sin preguntarme nada, solo haciendo las cosas, haciéndolas bien. ¿Le ha pasado, doctor, le ha pasado?

 

Psicólogo_ ¿Adónde quiere llegar?

 

Lanx_  A que me encontré el sueño fuera del sueño y que ya no quise dejarlo, ya no quise dormir. La realidad era mejor, pero no fue suficiente.

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